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Andrés Rábago: ¿neutralizado entre cuatro paredes?

Magazine

15 marzo 2013
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Andrés Rábago: ¿neutralizado entre cuatro paredes?

El Roto es conocido por sus ilustraciones satíricas (que no graciosas) publicadas diariamente en el periódico El País. Quien no es tan conocido es Andrés Rábago, el autor cobijado bajo el pseudónimo de El Roto. El Centro de Arte del Hospitalet Tecla Sala le ha dedicado recientemente una exposición que recorre sus tres fases más distinguidas desde que comenzó su carrera a mediados de los 60 del siglo pasado: El Roto, OPS, Rábago: Un viatge de mil dimonis (i un parell d’àngels).

El hecho de que se esté incluyendo un género popular, como es el humor gráfico, en un espacio institucional ¿altera el posible impacto de la obra? Es decir, ¿la museificación de la obra hace que esta pierda su significado original? O, al contrario, ¿hace que este espacio se convierta en uno donde la disensión tiene cabida?

Dependiendo de las épocas, Rábago ha estado más cerca del surrealismo (durante la dictadura), o ha sido más punzante (la faceta de El Roto), pero su obra siempre ha mantenido un contacto directo con la realidad, que es su fuente temática, insistiendo en trasmitir un mensaje social comprometido por encima de otras cuestiones. Rábago afirma en una entrevista, que podía verse en una de las pantallas de la exposición, que desea olvidarse de su ego e inventar un lenguaje, y que sólo pretende transmitir un mensaje. Me interesa su obra por su carga de crítica social, pero sobre todo, por su claridad discursiva.

En una entrevista del 2004 con Ima Sanchís en La Vanguardia, Rábago dijo: “El Roto lo que intenta es ayudar a concentrar los sinsentidos de manera que tengan sentido. Vivimos en un mundo borroso y la sátira ayuda a que se vuelva más nítido. No resuelve nada, pero nos ayuda a saber dónde estamos y con quién nos la jugamos…” Esta descripción de su obra resume bien cómo Rábago desnuda las relaciones de poder existentes para dejar sus entrañas al descubierto.

El humor ha sido un recurso expresivo muy utilizado prácticamente desde que existe una conciencia crítica colectiva. La sátira es un recurso que permite ir más allá en la crítica de lo establecido cuando no se está de broma. El humor sirve como un medio de catarsis especialmente útil en momentos de crisis o de censura, y cuando éste es gráfico, tiene la virtud de ser fácilmente entendible por todos los estratos sociales.

Por este motivo es por el cual los políticos temen tanto este medio, al ser uno de los más amenazantes del status quo, mucho más que el texto. En Drawn To Extremes: The Use and Abuse of Editorial Cartoons, Chris Lamb explica algunos de los casos más llamativos de reacciones de políticos ante el humor gráfico, como cuando dibujantes satíricos han sido y son encarcelados, o en los que políticos se han suicidado tras haber protagonizado un dibujo satírico. Y precisamente porque lo temen, intentan neutralizarlo.

El hecho de que el humor crítico social se haya incorporado a las instituciones públicas no populares –sobre todo si las comparamos con las revistas, semanarios y periódicos de sus inicios– como son Tecla Sala en este caso, o incluso la Real Academia Española a través de académicos como Wenceslao Fernández Flórez y Mingote, puede tener el inconveniente de neutralizar la carga crítica y política del mismo.

Al ser totalmente admitido en el sistema, ¿pierde la disensión tan necesaria que debería provocar? Esa sonrisa al sentirse identificado con la forma de pensar de El Roto, o, al contrario, el sentimiento de hastío e impotencia que muchas veces se desprende de su obra ¿realmente consiguen crear un espacio de confrontación en la institución? ¿Las relaciones de poder subyacentes que nos muestra, se traducen en una mayor transparencia en las relaciones de poder fuera de la propia viñeta?

En la última feria ARCO, Francesc Capdevila, ‘Max’, era el protagonista del stand de El País. La inserción de la cultura popular en la cultura de élite es precisamente el tema de su obra. ¿Qué consecuencias está teniendo esta inserción? ¿A quién o a qué beneficia?

Raquel Machtus es nómada de nacimiento. Además de su avidez por conocer nuevos lugares del mundo, le interesa el nomadismo in situ, es decir, buscar y profundizar en las conexiones no establecidas entre los elementos de un mismo contexto. Asimismo, considera que el arte, analizado desde todas sus facetas, ofrece perspectivas muy interesantes para este nomadismo. Se propone ahondar en ellas.

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