close

En A*DESK llevamos desde 2002 ofreciendo contenidos en crítica y arte contemporáneo. A*DESK se ha consolidado gracias a todos los que habéis creído en el proyecto; todos los que nos habéis seguido, leído, discutido, participado y colaborado. En A*DESK colaboran y han colaborado muchas personas, con su esfuerzo y conocimiento, creyendo en el proyecto para hacerlo crecer internacionalmente. También desde A*DESK hemos generado trabajo para casi un centenar de profesionales de la cultura, desde pequeñas colaboraciones en críticas o clases hasta colaboraciones más prolongadas e intensas.

En A*DESK creemos en la necesidad de un acceso libre y universal a la cultura y al conocimiento. Y queremos seguir siendo independientes y abrirnos a más ideas y opiniones. Si crees también en A*DESK seguimos necesitándote para poder seguir adelante. Ahora puedes participar del proyecto y apoyarlo.

El retorno de lo político

Magazine

07 agosto 2023
Tema del Mes: Comunidades disidentesEditor/a Residente: Pilar Cruz

El retorno de lo político

Para Hannah Arendt preguntarse por el concepto de comunidad era indisociable de una reflexión sobre lo político y parece más que adecuado que a la hora de inaugurar un monográfico sobre comunidades, recapitulemos algunas ideas claves de ese pensamiento. Más aún si la coyuntura política actual apremia a lanzar alguna suerte de interpretaciones, aun con la resaca de la cita electoral española y a las puertas de otros comicios no menos importantes como los argentinos. País, este último, que apenas acaba de inaugurar durante estos días la cuarta edición de la Bienal Sur en la que participa, entre otros, el artista Jordi Colomer con un proyecto en el que reflexiona sobre estas mismas cuestiones.

No cabría olvidarse de que el comunismo fue, de hecho, un laboratorio para imaginar el concepto de comunidad –incluso llegó a ser denominado en alguna ocasión “la auténtica comunidad de las mujeres”– y tal vez no sea muy descabellado decir que lo que hemos acabado llamando más recientemente prácticas del pro-común no sea sino alguna forma de eufemismo. Ahora bien, una comunidad política, siguiendo a Hannah Arendt, se constituye fundamentalmente gracias a un acto de aparición que ejerce la ciudadanía, lo que desvela el papel decisivo de la cultura y el arte en ese hacerse visible.

Más allá de apostar por unas políticas de representación, en los últimos años hemos sido testigos de una incuestionable tendencia a agrupar fuerzas y dinámicas de trabajo en el arte a través de diversas modalidades de comunidades artísticas, dando cuenta de lo que Massimiliano Mollona ha llamado Art/Commons –co-producción, participación, mutualismo y valorización del trabajo reproductivo– siendo tal vez la Documenta Fifteen el punto culminante de todo un ciclo que en el estado español contó, entre otros muchos, con el respaldo fundamental del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

No se nos escapa, sin embargo, que algunos politólogos como Michael Hardt o Loretta Napoleoni han advertido de que ciertas formas de organización descentralizadas y articuladas en redes colaborativas se han convertido en la forma dominante de la organización del trabajo, lo que nos debería hacer reflexionar sobre la cercanía entre comunidad creativa y emprendeduría. Es más, ya hemos constatado en otras ocasiones que la industria cultural se encuentra instalada en el centro de la nueva economía.

Este giro cultural ha sido tomado como excusa para justificar el surgimiento de determinados posicionamientos conservadores desde el interior de la propia izquierda –como es la renovación de cierto rojipardismo– que denuncian la separación de dicha esfera creativa de la realidad de las clases trabajadoras, a la vez que enarbolan discursos populistas conservadores que han acabado alimentando el relato de la extrema derecha.

Si tenemos en cuenta otros contextos, como el italiano, donde la esfera cultural e intelectual ha acabado mayoritariamente dimitiendo de su compromiso político con la esfera pública y abandonando a su suerte a la ciudanía en manos de la extrema derecha, resulta más que necesario que desde el interior de la clase creativa se abra una reflexión autocrítica que tenga en cuenta la necesidad de pensar en formas de comunidades diversas que incorporen a más sectores de la ciudadanía y rompan de manera decidida con un esnobismo exclusivo. Más si cabe, cuando una especie de nihilismo exacerbado y un agotamiento radical ha llevado a muchas de nosotras –artistas, curadoras, diseñadoras, académicas…– a pensar erróneamente que detener el avance de la extrema derecha era un proyecto imposible. Pero, eso sí, dicha reflexión no puede ser sometida a ese nuevo conservadurismo de izquierdas, sino que debe ser articulada desde su completo antagonismo.

Hace exactamente 30 años que la politóloga Chantal Mouffe publicaba El retorno de lo político, inspirando primero batallas y dando bases luego a un proyecto político con el que muchas crecimos. Aprendimos entonces que lo político es una una dimensión inextirpable del antagonismo, a diferencia de la política, que remite a las diferentes actividades encaminadas a organizar la coexistencia humana, aquello que el canciller Otto von Bismarck llamó “el arte de lo posible”. Ahora, en el momento de volver a pensar formas de comunidad, tal vez sea el momento de volver a creer en el arte de lo imposible.

 

(Foto de portada: Frame del video X-Ville de Jordi Colomer, 2015 (Prod Xarxa, Loop, ESAAA), proyecto del que ha partido para Casas vacías no hacen ciudad que participa actualmente en la Bienal Sur (Buenos Aires))

Diana Padrón: Trabajo porque me dijeron que era un juego, un debate, un baile y sí, muchas veces me lo paso pipa. Porque tengo un compromiso con la ciudad donde vivo, con el arte, con la crítica, con la esfera pública. Evidentemente trabajo porque es imperativo ser autosuficiente, pero sobre todo lo es acumular capital simbólico. Me parecería obsceno equipararme al trabajador asalariado, nuestro modelo es más bien el del empresario. Trabajo para reproducir el capital, para innovar en flexibilidad laboral, para experimentar lo último en autoexplotación y para que me inviten a fiestas divertidas. Paradójicamente, también trabajo para imaginarme alguna clase de colectivo. Porque al final, no vayamos a ser nihilistas, algo debe haber en el arte que apunte a alguna suerte de afuera. Trabajo por si algún día, entre todos, nos inventamos otro mundo / dianapadronalonso.com

Media Partners:

close
close
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)