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Spotlight

16 diciembre 2020

Un cartón suspendido, un tubo que se dobla

vis.; V; Lubricán. Hay algo que se repite en algunos de los títulos de las últimas exposiciones de Julia Spínola. Una suerte de invitación a la síntesis, a un estado en el que, desde la sugerencia, es difícil identificar con claridad lo que leemos-vemos. En vis. (Espai 13, Fundació Miró, Barcelona, 2020) se hace referencia a la abreviatura de la palabra visual como si ésta, incompleta, en proceso, no fuese suficiente para aprehender la realidad. En V (Heinrich Ehrhard, Madrid, 2019) una sola letra podría suponer el inicio de una palabra —¿quizás un ejercicio previo para llegar a vis.? — y en Lubricán (CA2M, Móstoles, 2017) se trataba de una palabra compuesta por dos nombres —lupus “lobo” y canis “perro”—, un término que servía para definir la transición del día a la noche y de la noche al día, ese momento en el que justamente la imagen se distorsiona, pierde estabilidad y, de nuevo, no es suficiente para distinguir y comprender la realidad.

vis., comisariada por Marc Navarro Fornós es la tercera exposición del ciclo Gira tot gira para la temporada 2019-2021 del Espai 13 de Fundació Miró. A la misma, le preceden el proyecto de Laia Estruch y de Beatriz Olabarrieta, este último con una sobriedad, cromatismo y rechazo a la espectacularidad que transitaba muy bien hacia la exposición de Julia Spínola. Seguirá, próximamente, con el proyecto de Lorea Alfaro y Jon Otamendi, quienes pondrán el punto final al ciclo en primavera.

Atendiendo a vis., tras bajar las escaleras que conducen al espacio expositivo, encontramos una sala aparentemente vacía en la que todas las piezas, esculturas y dibujos, se sitúan en los márgenes, siempre en contacto con alguno de los muros. El desplazamiento es libre y limitado al mismo tiempo. Me vi, en ocasiones, en el centro de la sala, rotando sobre mi misma (Gira tot gira…) para observar lo que había a mi alrededor, en otras, bien pegada a un muro para alcanzar a ver algunos detalles de las piezas. Imposibles de rodear en su totalidad, las esculturas de cartón piedra se apoyan o quedan suspendidas sobre cada uno de los muros, siendo, uno de sus lados, imposible de alcanzar y sacando a conversación cuestiones vinculadas a la tensión, el peso, la ligereza o la resistencia. Se trata de una serie de esculturas que son variaciones de una misma base, tubos de cartón piedra que en ocasiones son fruto de la unión de diversas piezas —los puntos de unión están visibles, incluso destacados—. Igual que los títulos, parciales, inacabados, la obra de Spínola no llega a terminar, se presenta como una suerte de borrador que literalmente —te chocarías con el muro— no se llega a completar.

El extrañamiento, eje central del conjunto del ciclo Gira tot gira en el cual se inserta la muestra, así como la trampa o el posible engaño o limitación en cuanto a nuestras capacidades de percepción se hace presente. Las tres esculturas se soportan —apuntando a una estabilidad relativa— de maneras distintas, lo cual tiene un efecto aparente en las formas que toman y que, sutilmente, diferencian la una de la otra. Una de ellas, la que conserva de manera más íntegra la forma de tubo, queda suspendida por dos cintas que la rodean a unos pocos centímetros del suelo. La segunda, apoyada sobre el suelo y sobre el muro, tiene los dos extremos unidos, como si hubiese decidido cerrarse para evitar rodar por la superficie. Así mismo, de las tres, es en la que más se observa la idea de retazo como si, para tomar dicha forma, hubiese sido necesario añadir y ensamblar nuevos trozos de cartón piedra para cubrir los posibles desperfectos y rotos generados al manipular y forzar la forma del material. La tercera de las esculturas se apoya sobre tres varillas que salen de la pared, también a pocos centímetros del suelo. De nuevo, los tres puntos de apoyo generan una hendidura de manera que los extremos se inclinan hacia el suelo. Una “deformación” que desconozco si es generada por el soporte o si se ha hecho previamente, a conciencia.

En la constante negociación que encontramos entre lo bidimensional y lo tridimensional en el trabajo de Spínola, se presentan también en esta muestra una serie de dibujos. Se trata de inscripciones serigrafiadas de pequeña dimensión que se distribuyen en los distintos muros de la sala, tratando de establecer un diálogo con las esculturas. Los grafismos conforman una serie de patrones que, en ocasiones, marcan un punto de inflexión, o llaman de manera explícita nuestra atención y, en otras, recuerdan a ciertas texturas y manchas que encontramos en la superficie de las esculturas. El conjunto de elementos, esculturas y dibujos, se construye como una trama en la que se van encadenando ciertos gestos.

Spínola ha expresado en alguna ocasión trabajar a partir de cierto binarismo: de asociaciones de ideas, imágenes o formas. Recuerdo, en el paseo que dimos en Lubricán en 2017, como a medida que nos movíamos por entre las piezas mencionaba palabras precisas como “cáscara” o “arena”. Puntos de partida que le permitían, de alguna manera, iniciar un proceso, transformar una materia a partir de una referencia que, en el resultado, terminaba por desaparecer. Quizás el visitante no puede encontrar ese punto de partida con claridad si no conoce las palabras, pero resulta muy sugerente e incluso visible cuando la artista explica el proceso. En esta ocasión ha trabajado con formas inspiradas en el mundo orgánico: “cuerno” y “lapa” son las dos palabras que se mencionan en el texto de presentación.  Quizás podamos imaginar la lapa en las esculturas que se adhieren al muro, que esconde uno de sus lados y difumina su contorno con el propio entorno en el que se ubica. 

Como en otras ocasiones, se encuentra cierta idea de realidad en bruto en la propuesta de la artista. Una realidad en bruto que se presenta de color marrón —color asociado con una materialidad primitiva— y donde la presencialidad de la materia y su transformación y moldeamiento está por encima de la narrativa hasta que das con esas imágenes o ideas que han servido como punto de partida y que permiten que “palabra y materia entren en contacto”[1].


[1] Herráez, Beatriz. “Lubricán o de cómo ‘meterse en un jardín’” en Lubricán. Julia Spínola, Centro de Arte Dos de Mayo, Móstoles, Madrid, 2017.

Marta Sesé escribe e investiga sobre arte contemporáneo. Actualmente vive en Madrid y trabaja en el medio editorial especializado. También codirige el proyecto Higo Mental: www.higomental.com

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