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HABLAMOS MARCIANO

Magazine

septiembre
Tema del Mes: Visionary Women ArtEditor/a Residente: [V¬W] Visionary Women Art Research Group

HABLAMOS MARCIANO

HABLAMOS MARCIANO es nuestro propósito editorial para este segundo equinoccio de 2021, un año irregular, pandémico, volcánico y climáticamente extremo. Los cuatro textos que se reúnen ponen en constelación de genealogía femenina lecturas sobre las creaciones y experiencias de mujeres también irregulares y habitantes de un más allá. Escritoras y artistas del siglo XXI, relatando episodios o procesos surgidos a finales del siglo XIX y eludidos en el siglo XX por considerarse “marcianos”.

La edición es un homenaje y vindicación del marciano culto humanista de muchas mujeres que alteraron la modernidad racionalista, el marcianismo utópico de fraternidad visionaria de sufragistas y feministas, el silencio extraterrestre de ciudadanas castigadas en centros de salud mental, el poder alienígena de mujeres artistas de turbulenta creatividad o las investigaciones mágicas y ácratas de autoras emancipadas. Algunas de ellas fueron motivo de estudio y debate entre “los” científicos, psicólogos y psicoanalistas de principios del siglo XX. El lingüista Ferdinand Sausure, por ejemplo, declaró que el lenguaje marciano que practicaba la médium y artista suiza Hélène Smith (1862-1929) en sus canalizaciones era una lengua estructurada y no un efecto de desequilibrio psíquico, a pesar de la insistencia del psicólogo Theodore Flournoy que la estudió durante varios años para llegar a editar un libro, De la India al planeta Marte (1899), que le dio la fama a él y sumió a la protagonista en una profunda decepción ante la hipocresía de la ciencia. Al mismo tiempo André Bretón admiró el talento visionario de Hélène Smith en sus dibujos de paisajes y seres marcianos, pero se vengó de tal feminismo interplanetario escribiendo que su trabajo era muy interesante, pero “no era arte”. El patriarcado nunca habla marciano.

Recientemente el CCCB de Barcelona presentó una exposición dedicada al Planeta Rojo, exhibiendo materiales y documentos acompañados de la coreografía científica acerca de sus misterios y posibilidades para los terrícolas del futuro. En la urgencia de un planeta que naufraga bajo toneladas de residuos y maldad, Marte se convierte en comodín para nuevas aventuras en rutas astrales y al mismo tiempo en previsión de una futura estampida para abandonar el planeta azul y cambiar de color nuestro hábitat. Marte encarna el dios de la guerra, también la rareza social y los imaginarios excéntricos de la ciencia ficción y las historias de platillos volantes. Más que un planeta en el sentido astronómico, el cuarto en las órbitas solares, todo lo que deviene de su etimología se queda de referente para convertirse en símbolo, alegoría o tipo psicológico de lo humano. El planeta escarlata ha sido protagonista de visiones místicas, experiencias psicotrópicas, literatura visionaria, arte simbolista, música electrónica o cine de ciencia ficción. Los planetas y las estrellas, en la bolsa amniótica de nuestro sistema solar, fueron observados y estudiados desde la antigüedad, de manera instintiva, matemática, astronómica, astrológica o quántica para revelar la existencia de una historia nebulosa poblada de vidas factibles, satélites y magmas electromagnéticos en constante circulación entre tiempos infinitos. Una historia de misterios que abduce a héroes galácticos, científicos locos y almas en viaje de conocimiento después de la desencarnación. En esta exposición dos mujeres marcianas presidían los confines visionarios: Hélène Smith y Aelita Reina de Marte, realidad y ficción para una historia común sobre talento y poder de las mujeres.

Alfabeto marciano de Hélèn Smith en el libro de Théodore Flournoy, "From India to the Planet Mars" (1900)

Alfabeto marciano de Hélèn Smith en el libro de Théodore Flournoy, «From India to the Planet Mars», 1900

A pesar de considerar Marte como el planeta Rojo, símbolo asociado a la masculinidad patriarcal más mitológica, ahora sabemos que Marte puede ser la única esperanza para el futuro de los humanos cuando la gran migración de supervivencia no tenga billete de vuelta. Las marcianas que admiramos nos convocan a interpretar el rojo como alegoría corpológica y de alumbramiento, como el don de la vida y la profecía de futuros posibles. Entre relatos y deseos, lo oculto y lo maravilloso erupciona en una voz unísona que indica la dirección del futuro posible: “No olvidarme de mí misma”. En femenino y en marciano.

Alexa Jade Frankelis itinera por el pasado y el más allá astral en sus archivos fotográficos como artista y en los estudios sobre los epítetos estéticos de una forma de espiritualidad laica y feminista, el Modern Spiritualism, de finales del siglo XIX en Nueva York y Occidente. Luces y sombras en escenarios y arquitecturas suspendidas en el tiempo, usando técnicas y hermenéuticas finiseculares. Desde esta visión, escribe sobre la fascinación de su generación por la revelación fotográfica y los saberes ocultos de la sociedad victoriana, en especial sobre una cuestión: la cultura del duelo. Su texto nos recuerda la conexión entre espiritismo y movimiento sufragista, la obviedad de que era imposible una revolución social sin una forma propia de espiritualidad. Comunicarse con los espíritus y vivir la muerte como un renacer, se convierte en el XIX en experiencia que cambia la cultura del duelo y ubica voz propia a las mujeres en el ámbito público. Trascender la muerte y desdibujar los límites entre ciencia, espiritualidad y política de género fue táctica de desahogo emocional y también un activador de los saberes ancestrales y el mundo de la magia; lugares y herramientas para la creatividad de las artistas que las nuevas generaciones del XXI recuperan y expanden.

El marcianismo de Lucía de la Cruz viene desde el interior más indecible. Investigadora y también visionaria, clarividente y médium. Lucía nos regala un texto lleno de generosidad donde, atravesando su tesis doctoral sobre el tiempo fílmico de Tarkovsky que aún está realizando, nos narra desde una temporalidad indefinida y marciana su capacidad para la visión, para ver con los ojos interiores. Unas poéticas que atraviesa también el propio cine del autor ruso, pero que también nos permite meternos por momentos en el cuerpo de esa Lucía de diferentes edades que empieza a comprender unas capacidades extraordinarias, ese fuego que calienta desde un lugar que no puedes tocar pero que es cosmológico y está, inevitablemente, atravesado por el cuerpo como también se relata en la marciana obra de la visionaria Hildegard von Bingen. Es un ejercicio de vulnerabilidad y altruismo, Lucía es una visionaria en vida.

«The Vampire Manifesto», Raisa Maudit, 2021

Sara Petrucci ha colisionado, desde la investigación en historia del arte en la universidad de Ginebra, con los engranajes invisibles del siglo XIX protagonizados por artistas como Emma Kunz y Olga Fröbe-Kapteyn. Dos mujeres que dedican su vida a estudiar el universo y la naturaleza del ser humano a través de una gramática visual de alto contenido simbólico. En los trabajos de estas autoras se teje el pasado de las tradiciones populares con el futuro de la ciencia, la cultura occidental con los saberes orientales, la dimensión espiritual y política del final de la modernidad con un futuro utópico. Artistas irregulares en las que ahora nos reconocemos. La teosofía, antroposofía y espiritismo fueron los caminos guía para su espíritu, la meditación y el yoga herramientas corporales, la iconografía sagrada un vial hacia el origen. Investigadoras y artistas, sus obras no se prestan a la comercialización sino a la sanación y las realizan en la intensidad de una transferencia de comunicación entre el mundo material y el astral, acatando una “misión de vida” encomendada por sus guías espirituales. Con ellas la episteme del “autor” se disuelve a favor de una creatividad de relación y bien común. Sara Petrucci subraya cómo estas formas de creación holística amplían las categorías artísticas avanzando los debates sobre el poder y las funciones del arte.

Marian Garrido navega tranquila y segura por las aguas de la Discordia, como buena y orgullosa sagitaria.  Marian —artista, investigadora y docente— es una remezcla en sí misma; en su trabajo conviven varias líneas que se enredan y desenredan, donde chocan y se fusionan música, postanarquismo, magia y tecnología para plantear un capitalismo acelerado que asola y devasta discursos e ideas, pero que Marian retuerce para esbozar escenarios especulativos en un espacio temporal que alude a una colisión, también entre pasado, presente y futuro. Marian nos plantea un texto de alta velocidad donde atraviesa su propia obra haciendo un viaje referencial sobre el mashup como elemento revulsivo remezclando la remezcla con la tecnología mágica del sigilo que se desarrolla a principio del siglo XX por ocultistas como Arthur Osman Spare, que luego es abrazada por la Magia del Caos en los 70s y más adelante por otras vertientes de la tecnomagia y el posthumanismo; planteando así un texto que es un mashup-sigilo en sí mismo y que permite al lector entrar y salir de él hacia otras dimensiones referenciales entre hipervínculos.

HABLAMOS MARCIANO

 

(Foto destacada: Aelita, Reina de Marte, Yákov Protazánov, 1924)

Tema del Mes

Visionary Women Art es un grupo de investigación independiente, abierto y nómada. Reúne estudios, actividades y producciones sobre arte visionario y espiritualidad laica de mujeres singulares, en especial en el tránsito circular del siglo XIX-XXI. Próximamente presenta el primer Seminario Internacional en la Universidad de Barcelona (14-15 octubre).

www.visionarywomen-art.com
@visionarywomenart
+Inscripción Seminario:
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"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)